En el living de su casa, que es su lugar de trabajo, recibió Analía a Mirador Entre Ríos. Allí es donde atiende los llamados de sus pacientes y planifica sus viandas. Ella es licenciada en Nutrición, tiene 46 años y vive en Gualeguaychú. Como lleva puesta una remara holgada, la panza —a simple vista— no se le nota demasiado, sin embargo ahí está Santino, el hijo de sus amigos Lorena y Lolo, creciendo maravillosamente.
Analía conoció a Lolo hace 25 años, porque era —y sigue siéndolo— uno de los amigos de su marido. En 2006, Lolo empezó a salir con Lorena, formaron su familia y ella también pasó a ser parte del grupo. Hasta aquí, una historia más de matrimonios amigos. Pero la amistad también suele ponerse a prueba y estas dos parejas las han superado a todas y con creces.
“Cuenten con mi panza”
Analía es mamá de Lucila, de 20 años; Martín, de 16; y de Sarita, una niña con condición del espectro autista que falleció hace dos años y medio.
Lorena ya tiene un hijo, un adolescente que nació cuando ella era muy joven; pero años más tarde, ya siendo la pareja de Lolo quiso ser madre con él. En ese momento no sabía que su útero no estaba en condiciones de expandirse lo necesario para que crezca un bebé, y eso fue lo que le provocó tres abortos. En los dos primeros casos, los bebés no pasaron el quinto mes de gestación, y el tercer embarazo, con muchas intervenciones médicas, logró llegar al sexto mes. Lola nació y vivió fuera del útero durante diez días.
Fue entonces, en ese doloroso momento, que surgió de Analía la demostración de amor y entrega más inmensa. “Cuenten con mi panza”, les dijo espontáneamente.
Como en ese entonces, Sarita, la hija de Analía, todavía vivía y le demandaba mucha atención y cuidados, Lorena y Lolo no aceptaron su ofrecimiento y buscaron otra donante. Intentaron con dos mujeres pero con ninguna, por diferentes motivos, funcionó.
Las cosas en las vidas de estos amigos se fueron dando de tal manera que terminó siendo Analía, la mujer indicada para recibir el embrión de Lorena y Lolo. Una vez más, el ofrecimiento nació de ella: “Recuerden que mi útero está a disposición”.
Paso a paso
“Empezamos a ir a la clínica hacer controles, el primer escalón es demostrar que se está psicológicamente estable para hacer semejante cosa”, explica Analía con voz pausada y gestos serenos, “estuve dos días yendo y viniendo a la clínica con la psicóloga, y al terminar me felicitó y me pidió que la fuera manteniendo al tanto porque era un caso que nunca habían tenido. Después siguieron los estudios biológicos, y una vez que está decidido, se hace un convenio con abogados representando a una parte y a la otra, es decir a los papas biológicos y a la mamá gestante. En ese convenio se pactan derechos y obligaciones de ambas partes. Luego, el paso siguiente es la transferencia embrionaria”.
La fecha probable del parto de Santino es el 25 de febrero. “Yo busco el parto normal, pero veremos qué va a pasar porque yo soy tamaño pequeño y mis hijos también lo son, pero estos padres son más grandes”, observó Analía y sonríe.
Subrogación uterina
La subrogación de vientre o maternidad subrogada es una alternativa para aquellas parejas o personas que de otra manera no puedan lograr un embarazo y así concretar el anhelo de formar una familia.
Se trata de una manifestación de voluntades donde una mujer lleva adelante un embarazo para otra persona o pareja. Se aplica como terapia para toda persona que desee tener un hijo y que no tenga la posibilidad de llevar adelante el embarazo, por ejemplo, un hombre, dos hombres, o en el caso de ser mujer, por ausencia o afección del útero, o por presentar enfermedades que contraindiquen el embarazo al afectar su evolución o al poner en riesgo a la mujer.
¿Se puede hacer la subrogación de vientre en la Argentina?
Sí, porque a pesar de que la gestación por sustitución aún no se encuentra regulada por una ley específica en Argentina, no está prohibida. De hecho, cada vez hay más sentencias judiciales que ordenan que los hijos nacidos por estas prácticas sean anotados en el Registro Civil como hijos de los padres procreacionales, o sea, los padres que tuvieron la intención y prestaron el consentimiento previo e informado de ser padres de ese niño.
Sabina Melchiori | redaccion-er@miradorprovincial.com