El presidente del CEER sugiere al Gobierno provincial solucionar el déficit de la Caja. Además, hizo un balance del sector privado en pandemia y trazó las perspectivas para el futuro. “Hoy lo que quiero es sobrevivir”, postuló. Nahuel Amore
A días de cerrar uno de los años más críticos para la historia de la economía y las finanzas en la Argentina, los hombres y mujeres de negocios van dando punto final a sus balances. No sólo son críticas y autocríticas por la dinámica de los acontecimientos propios y extraños, sino una bizagra para repensar cómo encarar el día después. Pues el 2021 está a la vuelta de la esquina.
En esta oportunidad, Héctor Fratoni, como presidente del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER), toma la palabra para poner sobre la mesa cuáles son las preocupaciones que hoy sobrevuelan en el ánimo del sector privado de la provincia. En instancias en las que muchos se han jugado sus principales cartas para “sobrevivir”, no es menor que este significante saliera de su boca como quien necesita del oído de un amigo para desahogarse.
En un mano a mano con DOS FLORINES, el titular de Automotores Mega volvió sobre los concentos centrales que estructuran los reclamos empresariado al Estado, con especial énfasis en la gestión provincial. Puntualmente, Fratoni demandó, una vez más, que se resuelva el déficit de la Caja de Jubilaciones -que en 2021 ascenderá a 19.000 millones de pesos- como puntapié para equilibrar las cuentas y avanzar hacia una batería de políticas indispensables.
Desde esta perspectiva, el empresario puso blanco sobre negro respecto de la elevada presión fiscal que pesa sobre las diversas actividades privadas, que vuelve a ponerse en el tapete cada vez que se busca crear un nuevo tributo o modificar el esquema impositivo para generar más recursos cuando no se los obtiene de otro modo más genuino.
Para Fratoni, el ordenamiento de las cuentas públicas es clave para generar las condiciones necesarias para que el sector privado genere valor y trabajo. De lo contrario, como muchos, advierte que la respuesta no será de agrado. “Lo primero que pediría es que el Gobierno ajuste las cuentas, achique el gasto. El sector privado se está cansando de que lo sigan apretando. ¿Cómo se va a canalizar el empleo? Con este panorama, el privado no tomará gente”, sentensió.
Balance de la pandemia
—¿Cómo calificaría el año para el empresariado entrerriano, ante una dinámica prácticamente inédita?
—Dependiendo de la actividad, la respuesta es diversa. En el Consejo Empresario tenemos socios de la hotelería y turismo a quienes les fue un año nefasto, de mucha incertidumbre y de ver cómo reinventarse para sobrevivir.
Dentro los sectores no esenciales, fue un año malo porque se nos cruzó la pandemia con la política económica, dado que nos cerramos, no había divisas. Es difícil acomodarnos. Hay un montón de sectores que no tienen productos porque necesitan de las divisas para hacerlos, entonces no pueden vender, como la construcción.
En cuanto a los alimentos, trabajaron bien. El Gobierno asistió a los sectores más vulnerables y ese dinero termina en el consumo, que es básicamente del alimento, del día a día.
Con estos datos, si tuviera que calificar el año, fue muy malo, pero no todo atribuible al gobierno y la pandemia.
—Después de nueve meses de restricciones, ¿cómo evalúa el manejo de la pandemia por parte del Gobierno nacional y provincial?
—A nivel nacional, discrepo. Cuando todo estuvo cerrado, fue una locura. Cuando uno dice eso, te responden que como empresario prevalece el dinero; pero no es así. Lo que sucede es que se enfocaron en que la pandemia era solamente la salud y no era lo único. Hubo muchos daños a nivel psicológico, por ejemplo. Me pareció demasiado cerrado, fue inviable, muy estricto. Luego sí, marco la diferencia cuando le dieron la potestad a los gobernadores para hablar con los municipios. Eso me pareció bueno.
En ese marco, Entre Ríos estuvo dentro de las provincias que más dejó trabajar. Es más, a mi entender, fue hasta demasiado permisiva con las fronteras que se pudieron haber controlado más. De todos modos, conociendo todo el país, Entre Ríos se comportó bien, al igual que el municipio de Paraná que nos dejó trabajar con la aplicación del protocolo. Si uno observa Buenos Aires, estuvo muy cerrada.
Ahora bien, en cuanto a la salud, tampoco creo en los números de hoy. Creo que hay más gente contagiada de la que se informa. Si uno hace el cálculo muertes sobre cantidad de enfermos, el porcentaje es altísimo.
—Independientemente de las medidas concentradas en el Covid-19, hay empresarios que consideran esta gestión de Gustavo Bordet como más adormecida. ¿Usted cómo evalúa a la gestión?
—Sí, está más aletargada. Yo pensé que al ser el último mandato iba a ser distinto. Esperaba más acción. No podemos conformarnos como empresarios de que no van a aumentar los impuestos. Es clave reducir la presión fiscal y generar estímulos para atraer inversiones. Es cierto que estuvimos en un año diferente por la pandemia, pero los privados seguimos trabajando y accionando.
Con vistas al futuro, creo que dará una inyección la transferencia automática de las regalías de Salto Grande. Lo que no estoy seguro es sobre los departamentos de la costa del Uruguay que van a recibir ese dinero, cuando el norte y el centro de la provincia están olvidados.
La agenda de 2021
—Si tuviera que definir los tópicos más importantes para la agenda de la Provincia en 2021, ¿cuál debería ser prioritario?
—Es muy difícil definirlo. Pero uno de los temas importantes para el empresariado es el déficit de la Caja de Jubilaciones, para buscar el equilibrio fiscal en la Provincia, dado que se termina endeudando a la Provincia o acudiendo al sector privado. Como en una empresa, hasta que no ordenás la caja, no avanzás. Lo primero que hay que hacer es un ordenamiento y achicamiento del gasto del Estado. La Caja de Jubilaciones no aguanta mucho más y alguien tiene que asumir el costo político. Una vez que se ordene el Estado, está en condiciones de hacer un montón de cosas.
Mientras tanto, ¿qué le podemos pedir? Me encantaría una buena ley de Parques Industriales, la desgravación impositiva para quienes vuelven a invertir y toman personal… Que no sea todo presión impositiva. Pero lo primero que hay que hacer es ordenar la Caja. Tiene un costo político, sí, pero pensé que se iba a asumir ahora para allanar el camino al próximo gobernador.
Lo primero que pediría es que el Gobierno ajuste las cuentas, achique el gasto. El sector privado se está cansando de que lo sigan apretando. ¿Cómo se va a canalizar el empleo? Con este panorama, el privado no tomará gente.
—¿Qué ánimos hay en el empresariado de la provincia de cara al año que viene, ante un escenario macroeconómico todavía complejo?
—El panorama lo veo medio lúgubre. El tema de las divisas es clave. ¿Cómo se puede manejar un país cuando la industria no puede importar? ¿Cómo proyecta el industrial su trabajo? Necesitamos reglas claras. Es necesario al menos un año previsible para no tener tanta inestabilidad y tanta angustia. Es imprevisible, estamos viviendo el día a día. Hay un montón de actividades que no pueden trabajar porque no hay productos y no es todo especulación. ¿Cómo se puede proyectar uno cuando no están definidas las variables? No tenemos las variables claras para trabajar.
—¿De ello depende de que el rebote de la actividad económica se consolide en el tiempo?
—A nivel nacional, primero tenemos que tener credibilidad. No creemos siquiera en el nivel de enfermos. Nos perdemos los valores de los commodities porque la política económica no está bien. Terminamos peleando para defender la propiedad privada o viendo el aporte solidario.
Inversiones y empleo
—Con ese análisis, ¿piensa hoy el empresario en invertir y tomar empleo?
—Hoy por hoy es difícil. Para generar empleo es necesario realizar una reforma de la ley laboral. Cuando se habla de esto la gente piensa que querés volver a la esclavitud. Tomar un empleado no tiene que ser un problema. No puede ser el pasivo más grande de una empresa la indemnización del personal. Con este contexto, como están dadas las cosas, no podemos tomar empleados. Me da lástima porque mucha gente necesita trabajo. Pero no nos podemos arriesgar. Yo hoy lo que quiero es sobrevivir, pagando los impuestos al día, los sueldos al día y nada más. Tuvimos la posibilidad de seguir invirtiendo, pero no lo hicimos porque es muy complejo, ante la pandemia, la situación económica, política, financiera y social del país. Me preocupa mucho lo social y veo que no se hace nada; el IFE no es el camino, no es la enseñanza que les tenemos que dejar. Lo social es muy difícil, ¿cuánta gente hay sin trabajo? La diferencia entre ser pobre y pagar Ganancias es muy finita. Hay muchas incongruencias.
—Pareciera muy pesimista…
—No soy pesimista, me defino como realista. Y la realidad hoy nos marca esto. La gente se enoja cuando mostramos desde el Consejo Empresario los números de lo que pasa. Para salir tenemos que solucionar el tema de las divisas y para eso hay que cortar con el déficit porque más plata no nos van a dar.