El personaje famoso es Pocho, un perro pequeño que viaja en moto con su dueño y que es toda una estrella en las redes sociales. Vienen de recorrer las rutas chilenas y en cada viaje se sorprenden por la reacción de la gente que les ofrece alojamiento, paseos gratis y hasta dinero para que puedan continuar por el camino.
Dardo Campostrini nació y creció en Gobernador Mansilla, Entre Ríos, y hace años vive en Buenos Aires. Un día decidió subirse a la moto y recorrer los caminos junto con su entrañable mascota.
“Hay sueños que se pueden concretar. No son imposibles y sin querer los estoy viviendo y me estoy metiendo en ese mundo. No soy un héroe ni son héroes quienes lo hacen. Somos personas que un día tomamos la decisión de cumplir un sueño y nos largamos a hacerlo. Se puede, sólo hay que intentarlo y empezar a hacerlo”, dijo.
En su último viaje, recorrió gran parte de Chile y debió volverse anticipadamente porque sufrió un accidente en la moto. Dardo terminó con una fractura en el hombro y Pocho resultó ileso.
Pero el infortunio no le afectó a sus ganas de viajar y más adelante planea recorrer parte de Europa. Con Pocho, claro.
Primer Viaje
“Pocho nació en Buenos Aires. Mi hermano se lo regaló a mi sobrino y él lo llevó a Gobernador Mansilla, Entre Ríos”, relató. Allí, en el pueblo entrerriano, la mamá de Dardo conoció al perrito e inmediatamente se encariñó con él.
“Mi sobrino tiene oficina de seguros y otros negocios en Buenos Aires. Parte del tiempo vive en Mansilla y otra parte en Buenos Aires. Así que se divide una semana o 10 días en cada lugar. En una oportunidad que lo llevó a Pocho a Mansilla, tuvo que volver a Buenos Aires y se lo dejó a mi mamá para que se lo cuide unos días. Cuando vuelve, mi mamá se había encariñado con Pocho y le pide que se lo regale. Así se queda mi mamá con Pocho”, narró.
–¿Así fue como llegó a tu vida?
–Pocho creció con mi mamá hasta los cinco meses. Mi mamá tuvo un accidente y se quebró la cadera, tenía 80 años, hubo que operarla e internarla. Pocho había quedado solo, le llevaban alimentos a la casa. Un día que fui a Mansilla vi esa situación y lo llevé a Buenos Aires. Yo ando mucho en moto. Así que un día que salí, lo alcé y lo puse arriba de la moto y a las cuatro o cinco cuadras Pocho ya era motoquero. Parece que ya lo tenía incorporado. A las diez cuadras no me dejaba manejar porque se paraba arriba del parabrisas. Lo puse atrás del asiento y ahí quedó. Cuando quería mirar adelante o tomar aire no podía. Entonces se paraba en dos patitas y me abrazaba y de esa forma me miraba por arriba del hombro. Así empezó Pocho su aventura de andar en moto. No le costó absolutamente nada acostumbrarse.
–¿Tomás alguna medida de seguridad?
–En moto no hay muchas medidas de seguridad que se puedan tomar. Cuanto más atado vas a la moto más peligroso resulta un accidente. Normalmente trato de no atar a Pocho a la moto, solo en situaciones de ruta como es en el caso del sur patagónico donde los vientos a veces tiran al suelo hasta la moto y entonces le pongo una soguita. Porque él sabe andar en moto y controlar la fuerza que va a haciendo con la fuerza de la moto. Cuando él siente que el viento es muy fuerte, se pone atrás mío. Y si no, va asomado y mirando hacia delante que es lo que más le gusta. Por eso la medida de seguridad de los anteojos por el viento. Usa unas gafas y se acostumbró rápido. También, las medidas de seguridad que yo tomo cuando llevo a alguien atrás y me obliga a no tener el mismo manejo que cuando voy solo. Me cuido más, sin ninguna duda.
–¿Cómo fueron los primeros viajes?
–Con Pocho, la prueba de fuego fue de Buenos Aires a Mansilla. Son 700 kilómetros ida y vuelta. Fue la primera prueba y sabía que la superaba porque la había probado en Buenos Aires. Pero siempre uno va aprendiendo cómo es la reacción del que va atrás y qué hace. Ese fue el primer viaje. Después hicimos el norte argentino. El primer viaje largo que hicimos fue de 6.000 kilómetros. Después otros viajes, más cortos de 1.000 o 2.000 kilómetros.
–¿Qué anécdotas tenés con la gente que conoce a Pocho?
–Creo que para contar las miles de anécdotas necesitaríamos el diario entero. Una reacción normal de la gente es tomarse fotos o grabar videos. Pero también están los que te invitan a quedarse y a comer en sus casas, que te ofrezcan pasajes gratis en los barcos, en los paseos. Que te ofrezcan dinero sin pedirlo como ayuda para que uno siga la aventura y ver en mí y en Pocho, que es el personaje que he creado y se me fue de la mano, la gente lo empezó a querer, lo sigue en las redes, le habla y yo tengo que contestar. Contar por él sus vivencias y sus cosas. Es una reacción muy de película pero es real y está pasando.
–¿Cuáles son tus proyectos para el futuro?
–No tengo proyectado nada, son ideas, sueños y como se va dando en el camino. Voy cosechando amistades. A este viaje lo he alargado porque la gente lo ha permitido. Si no fuese por la gente que te da albergue en sus casas, que te ofrece cenas, almuerzos, todos los días, el viaje es costoso. Por toda esa ayuda puedo alargar el viaje. Además se conoce gente, contactos, gente que anda viajando por el mundo. Que vuelve a sus casas a Alemania, Francia y te dicen que si hacés Europa, mi casa es tu casa. La idea es tal vez hacer Europa. Es una idea que está en la cabeza y todo puede ser. Hay proyectos, hay ideas, esto es una vida paralela que uno desconoce después de estar viviendo entre los normales nosotros parecemos locos. Hay una vida hermosa fuera de lo estructurado, del trabajo y las preocupaciones.
En las redes
Como Pocho Motoquero se lo puede encontrar en Facebook o Instagram. Tiene miles de seguidores que le escriben mensajes. Muchas veces, son automovilistas que los cruzan por la ruta y le toman fotografías y videos que luego se los envían para que los suban a las redes.
“Mañana dejo esta hermosa Ciudad de Punta Arena para dirigirme a Puerto Natales, gracias a todos por su cariño”, es uno de sus últimos posteos. Sus fan se van enterando y los esperan para ofrecerles hospedaje, comida y compañía.