Hay un fundamento por el cual en algunas consultas los profesionales nos piden que repitamos ese número.
Podría parecer un capricho sin sentido o una broma, pero en realidad no es así, ya que el “33”, que nos hace decir el médico que nos está visitando, no se trata de un número elegido al azar.
La pronunciación de la cifra “treinta y tres” permite al médico o especialista evaluar el frémito vocal, que a pesar de su extraño nombre no es más que la vibración de las paredes torácicas producida por el sistema broncopulmonar cuando hablamos, cantamos o gritamos, y así determinar si hay alguna alteración (vibraciones aumentadas o disminuidas indicativas de una enfermedad) o si todo es normal.
Existen dos modos de medirlo, el táctil mediante palpación, consiste en colocar la palma de la mano sobre todas las caras de la pared del tórax de forma simétrica y comparativa y solicitar al paciente que pronuncie un sonido resonante, por ejemplo 33, aunque también son útiles palabras como carretera o ferrocarril.
La otra variante es el frémito auscultatorio, un sistema de idéntico procedimiento sólo que se utiliza el fonendoscopio en vez de las manos, puede ser un método complementario ya que permite oír lo que previamente se ha palpado.
Lógicamente, según el país las palabras necesarias para producir esta reverberación varían, los angloparlantes utilizan expresiones como ‘boy oh boy’, ‘toy boat’ y ‘blue balloons’. Los alemanes emplean el vocablo ‘neunundneunzig’ que significa 99.
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