El por qué, el para qué en el ámbito educativo. Entre la prohibición y el consenso, docentes y estudiantes en jaque.
Desde hace ya varios años se inició un camino lento pero constante donde se transita el pasaje del Paradigma de la Integración al Paradigma de la Inclusión, este pasaje implica entre otras cuestiones, el tomar conciencia de que la inclusión es para todas las personas y no solo para las personas con discapacidad. Al sostener que todas las personas son únicas, la diversidad es la norma y nadie queda por fuera. Uno de los objetivos es lograr una convivencia donde cada cual tenga lugar, respetando lo singular y alojando lo colectivo más allá de las características personales: fortalezas, debilidades, condiciones sociales, económicas, culturales, físicas; entre tantas otras diferencias propias del ser humano. Desde esa perspectiva se lucha por levantar las barreras sociales que obturan el pleno desarrollo de cada persona, sosteniendo una mirada integral del sujeto.
En los últimos años tomo fuerza y se empezó a escuchar aquello a lo que llaman “lenguaje inclusivo”. ¿A qué se hace referencia con estas palabras? ¿Cuál es el sentido? ¿De qué se habla cuando se debate sobre esta manera de hablar y escribir? ¿Para cada persona tiene el mismo significado? Una vez más la propuesta es a vaciar de significado, buscar diversos sentidos y animarse a llevar adelante lo que Alicia Fernández llamaba, “autoría de pensamiento”. El lenguaje no tiene un sentido único: para algunos, el lenguaje inclusivo es usar la E o la X como forma de manifestar la diversidad de géneros. Para otros, pensar en un lenguaje inclusivo implica tomar en cuenta la lengua de señas o el braille. El lenguaje es oral, escrito, corporal o sensorial, también los tonos y las miradas son parte del lenguaje. La invitación es entonces a repensar al llamado “lenguaje inclusivo” desde la complejidad y no reducirlo a unas letras o símbolos. Abrir espacios sociales de debate que incluyan a docentes, estudiantes y a la escuela, entendiendo que es una institución social atravesada por las mismas preguntas, inquietudes, palabras, lenguajes, problemáticas y contingencias de la sociedad.
El fin último de la escuela es educar al ciudadano que se quiere formar, es aquí donde el primer debate tiene llegar, ¿se pretende un ciudadano con pensamiento crítico y capaz de tomar decisiones en pos del bien común y de su pleno desarrollo?, ¿un ciudadano obediente alineado a una sola idea, a un solo modo de pensar y de actuar? En el ámbito educativo y fuera de él, tanto las infancias como las adolescencias son sujetos con derechos y uno de ellos es el de ser escuchados y tomados en cuenta en las cuestiones que los atañen. Sosteniendo que la inclusión es una posición ética -además de una meta a alcanzar como sociedad-, la propuesta sería poder enseñar las diferencias entre lo oral y lo escrito, poner palabras a esto que se escucha como “lenguaje inclusivo”. Que tanto docentes como estudiantes puedan debatir, escuchar y ser escuchados: diferenciar el cuándo, el por qué, en qué ámbito usarlo y con qué sentido, descubrir los obstáculos y confusiones que son propios del lenguaje.
El lenguaje se ha recreado a lo largo de la historia porque se encuentran atravesado por diversidad de variables, entre ellas aspectos sociohistóricos, culturales, modismos y convenciones de cada época. Lejos está aquella manera de hablar de Romeo y Julieta, donde el “vosotros” era la manera “correcta de hablar y escribir”. No se trata entonces de prohibir u obligar a que haya un único modo, sino de poder consensuar los usos de los lenguajes, contextualizándolos, poniendo en juego su función social, que es uno de los objetivos de la enseñanza de la lengua en el ámbito educativo.
En palabras de Galeano “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Entonces ¿la prohibición de la que se habla se acerca a la idea de autoridad o de autoritarismo? Esta será una respuesta que se irá construyendo como sociedad.
Lic. Verónica del Castillo
Lic. en Psicopedagogía. Prof. de Ed. Inicial
Diplomada en Psicoanálisis y Prácticas socioeducativas
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