Además de la compañía, se comprobó que los perros de asistencia ayudan a mejorar la motricidad fina y gruesa de los niños, estimulan su cognición, fomentan su empatía, reducen su ansiedad y desarrollan habilidades de comunicación.
“Los perros son animales sociales por naturaleza, y buscan el contacto y la conexión emocional con las personas”, precisó el doctor en psicología y especialista en antrozoología, Marcos Díaz Videla
“Su presencia y capacidad para brindar consuelo y compañía pueden ser especialmente beneficiosas para personas que tienen algún tipo de trastorno neurológico, conductual, u otras condiciones emocionales”, sostuvo el especialista.
Terapias con animales: beneficios para niños con autismo
En el país, 1 de cada 59 niños tiene algún grado de Trastorno del Espectro Austista (TEA), pero existe una gran “variabilidad” en los diagnósticos, explicó el doctor en psicología Díaz Videla. Por ejemplo, “algunas personas con TEA no se expresan verbalmente, mientras que otras demuestran rasgos de brillantez intelectual”, completó.
El autismo es una condición que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otros. Esta particularidad causa dificultades en la interacción social y la comunicación.
“No es simplemente conseguirle un perro al chico, sino que se trata de que los profesionales lo incorporen en dispositivos terapéuticos profesionalizados”, aseguró Díaz Videla y precisó que una de las razones por las que algunos niños y adultos con TEA se relacionan bien con los animales es lo que se conoce como el “pensamiento basado en los sentidos”.
“A diferencia de los humanos típicos, los animales no piensan en palabras. Tanto sus recuerdos como sus experiencias están llenos de información sensorial detallada. El mundo de un perro está lleno de imágenes, olores, sonidos y sensaciones físicas. Y sucede que muchas personas con TEA son pensadores basados en los sentidos”, precisó Diaz Videla.
Sin embargo, algunas personas con TEA -especialmente quienes tienen hipersensibilidad sensorial- pueden no tolerar olores o ladridos. De modo que para que la incorporación de un animal sea beneficiosa se debe comenzar con una evaluación profesional.
Perros de asistencia: recuperar la vida social
“Las personas con autismo tienen una manera diferente de procesar e integrar los estímulos tanto propios como los del ambiente. Tienen capacidades comunicacionales distintas, pero nada en su aspecto, rasgos o contextura física nos habla de esto”, remarcó la psicóloga Maria Marta Aguirre Paz, directora de “Dog for Change”, organización que realiza terapias con animales y entrenamiento de perros de servicio.
El perro de asistencia identificado como tal acompaña al niño en espacios públicos, “hace visible una condición que es invisible, lo que en definitiva quita muchísimo estrés y presión a la familia. Hace que recuperen la vida social, que puedan salir tranquilos. La presencia del perro provoca estabilidad”, aclaró la psicóloga.
En Argentina hay pocas instituciones que realizan el entrenamiento de animales de servicio y que cuentan con certificación. Una de ellas es Bocalán, una ONG que tuvo sus inicios en 2011 y que trabaja con un equipo interdisciplinario de psicomotricistas, kinesiólogos y terapeutas que se encarga de entrenar a perros de servicio para niños menores de 10 años diagnosticados con TEA y personas con discapacidad física.
“Los perros de servicio para niños con autismo se entrenan pensando en mejorar la inserción del niño y su familia en la vida social, haciendo énfasis en la seguridad vial” explicó la psicomotricista, Margarita Ziege, directora de Bocalán.
“Las familias con perros de servicio a menudo descubren que la gente está más dispuesta a interactuar con un niño autista cuando hay un perro presente para romper el hielo. Esto puede crear un entorno más tranquilo y amistoso que ayude a los niños a mantenerse relajados”, explicó Ziege.
En cuanto a las habilidades sociales, los animales de servicio para niños con autismo “pueden ayudar a mejorar la autoestima y seguridad, permiten que los niños puedan interactuar con ellos y con el medio que los rodea, y les permiten identificar los gestos y reacciones de las demás personas a través de estos animales”, sintetizó la experta.
Cómo son los perros que pueden acompañar a un niño con autismo
Los perros que pueden acompañar a niños con autismo deben tener determinadas características: ser sociables y estar predispuestos a la interacción con las personas. Suelen ser seleccionados cuándo son cachorros, a los 40 días de vida, y el entrenamiento completo lleva aproximadamente dos años.
Después de un período de socialización que dura al menos un año, comienza el entrenamiento básico y las nociones de obediencia con los instructores. Luego sigue el entrenamiento específico, de acuerdo al servicio que va a brindar el perro. La última etapa es la de acoplamiento con el niño y su familia, según las particularidades del perro y las necesidades de la persona a acompañar.
En esta etapa, el perro y familia son entrenados durante dos semanas hasta que se van a vivir juntos. El proceso no termina aquí, sobreviene un período de supervisión porque no es lo mismo tener un perro de compañía que uno de asistencia.
Para educar a los perros de servicio, los entrenadores de la ONG Bocalán se basan en tres habilidades: seguridad vial, conciliación del sueño y conductas de oposición, precisó la directora de la ONG.
“Es importante que los niños puedan dormir en su cama con el perro, para poder lograr que la familia tenga una vida más relajada y que los padres puedan dormir en su cama tranquilos y solos”, aseguró la especialista.
Por último, en el entrenamiento de “conductas de oposición” los perros aprenden respuestas para enfrentar las crisis que los niños con CEA (Conductas del Espectro Autista) puedan tener. (Pagina 12)