De títeres y muñecos Tiempos atrás, existió en Seguí, un gran dibujante, y pintor letrista. Su mente creadora y manos habilidosas, hicieron una confluencia capaces de crear cosas bellísimas.
Artesano de alegrías, supo divertir a su pueblo en épocas de carnaval. Con materiales en desuso, o con aquellos que la naturaleza le otorgara, supo fabricar muñecos y máscaras innovadoras para su época.
Privarse de estudios universitarios no fue un impedimento para que los sortilegios del destino depositaran en él un arte sin igual.
Reinaldo Díaz, más conocido como “Meneco”, vivía en Strobel, los talleres del ferrocarril eran su segundo hogar. Poco a poco, Seguí le conquistó el corazón. Supo encontrar en el pueblo los elementos necesarios para realizar junto a Dominga Rivero y sus cinco hijos, el mejor de los retratos.
“Meneco” conquisto Seguí en tiempos de carnaval. El papel picado y las serpentinas eran el escenario adecuado para que sus creaciones cobraran vida.
Figuras como “Tremebundo”, “Negra Tila” y “Rubia Mireya” se movían al compás del tango, de la mano de Osvaldo González(El Abuelo), Lucio Gómez, Alberto Müller (Cachete) y Juan González(Juancho)
Cuentan, que la atracción por estos muñecos era tanta, que en noches de carnaval, en la ciudad de Paraná, una multitud se acercaba para observar a esa curiosa figura que media más de dos metros, y “fumaba”.
Hoy sostengo, entre mis manos una foto de aquel entonces. La carroza con un gran cartel titulaba “los muchachos de antes” con la Rubia Mireya y la Negra Tila. A su lado las banderas de SFBC y Cañadita Central; sobre el escenario Don Jorge Dettler tocando el acordeón mientras Miguel Velázquez (Nenon) baila con la Rubia Mireya y Eduardo Vega (Perro Negro) con la Negra Tila, la escena se completa con la presencia de su autor “Meneco” junto a sus amigos Fabio Piseck y Florencio Albarenque.
Como todo artista quiso descubrir nuevos escenarios, pintar distintos paisajes, por eso, un día desplego sus alas y voló en busca de nuevos desafíos. “El chajá”, como lo bautizaron sus conocidos, dejo su nido, y se remontó hacia nuevos horizontes .Hay quienes lo vieron por las tierras de Rosario y Buenos Aires realizando aviones a los cuales hacia remontar con hilos.
Bohemio y osado, al punto de querer volar, fabrico un día sus propias alas, a fin de partir y arrebatar otras aspiraciones…pero esa ya es otra historia. La de unos hijos, herederos de los secretos del artesano que convertidos en hombres, recibieron en Rosario a su padre, justo cuando este dibujaba sus últimas pinceladas.
Del Libro “Redescubriendo a Seguí” un viaje por nuestra historia, Mercedes Díaz, Ed. Orlando Gritos 2010.