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Según la UCA, las mujeres hacen el doble de tareas domésticas que los varones

A nivel del total país el 38,3% de las mujeres tiene doble jornada de trabajo, mientras entre los varones ese porcentaje es de 30,6%”, destacó el estudio de la UCA. La disparidad es mayor en los estratos más bajos.

Un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA) puso en números una realidad muy conocida: cuál es el peso extra con el que cargan las mujeres al realizar, en mucha mayor medida que los varones, trabajo no remunerado, como las tareas domésticas, la crianza de los hijos o el cuidado de personas mayores. En el Conurbano bonaerense, más de la mitad (52,3%) se ve obligada a trabajar en “doble jornada”, es decir, con un empleo “tradicional” además del cuidado del hogar. Además, la cantidad de mujeres que realizan tareas domésticas más que duplica a la de hombres.

La UCA realizó una investigación junto a la Defensoría del Pueblo bonaerense en los principales aglomerados urbanos para cuantificar la problemática del trabajo que no recibe compensación económica, como el de que comprende tareas de limpieza, lavado, planchado y cocina.
El director del Observatorio de la Deuda Social de esa universidad, Agustín Salvia, consideró a este tipo de empleos como “necesario para el proceso general de la reproducción social. Produce y tiene valor, pero generalmente no es retribuido ni económica y ni socialmente”, dijo en una rueda de prensa.

Los datos sobre el peso de las tareas domésticas en las mujeres se dan en un contexto en el que, de por sí, tienen menores chances de integrarse al mercado laboral “tradicional”. “Aún controlando los efectos que pudieran tener la edad, el nivel educativo, el nivel socioeconómico, la región de residencia o la coyuntura económica, las mujeres poseen una probabilidad menor (en un 40%) de encontrarse trabajando en un empleo pleno que los varones”, concluyó en ese sentido la UCA.

La investigación basó su objeto de estudio en el Conurbano bonaerense, región en la que las cifras del deterioro en el mercado laboral son más pronunciadas que en el resto del país. Sin ir más lejos, los índices de desocupación en mujeres son de 11,9% en promedio en todo el país. Considerando solo el Gran Buenos Aires, pasan a ser de 12,9%, según la universidad.

Las investigadoras de este proyecto (María Rosa Cicciari, Cecilia Tinoboras y Camila Weinmann) elaboraron un método para medir cuáles son las tasas de empleo no remunerado y las de doble jornada (no remunerado más empleo “tradicional”). Una de las conclusiones del estudio fue que “a nivel país el 86,4% de las mujeres realiza tareas domésticas o de cuidado, mientras que entre los varones es del 41% (menos de la mitad)”.
En el Conurbano esas brechas entre mujeres y varones son más amplias. “En este sentido, las mujeres del Conurbano se encuentran más afectadas en su autonomía económica que sus pares varones y que sus pares mujeres del resto del país”, explicó el informe.

Respecto a la doble carga laboral (económico y no remunerado), la estadística que elaboró la UCA demostró que “si se construye una tasa de doble jornada identificando a quienes participan del mercado de trabajo remunerado y no remunerado de manera simultánea se obtiene mayor participación de las mujeres, tanto a nivel país como en el Conurbano. A nivel del total país el 38,3% de las mujeres tiene doble jornada de trabajo, mientras entre los varones ese porcentaje es de 30,6%”, destacó el reporte.

Otras cifras consignan que casi la totalidad de las mujeres que trabajan realizan además tareas domésticas, mientras que la proporción en varones es de la mitad. “En este sentido, si se suma la carga de trabajo remunerado y no remunerado que realizan hombres y mujeres, se concluye que las mujeres trabajan más, limitando su tiempo de ocio y bienestar. Pero además y fundamentalmente, trabajan más en actividades no remuneradas, afectando significativamente su autonomía económica”, explicaron las investigadoras.

La situación se agrava al segmentar a la población por estratos sociales. El 94% de las mujeres de los sectores de la población con menores ingresos cuentan con mayor carga de trabajo no remunerado contra un 44% entre sus pares varones del mismo nivel de ingreso y contra un 85,5% de mujeres del nivel más alto.

La UCA finalizó su estudio incorporando una variable más de análisis: el “bienestar subjetivo”. Busca establecer qué efectos producen en la percepción de bienestar tanto el menor acceso al mercado de trabajo como la carga extra de tareas no remuneradas en las que las mujeres se llevan la peor parte. Para eso, midieron la percepción de “malestar psicológico”, entendido como síntomas de ansiedad o depresión.

La conclusión del estudio fue que “si se analiza el malestar psicológico en las mujeres del Conurbano se evidencia que el 10,6% de las que solo trabajan en el mercado de trabajo lo padecen mientras que asciende al 27,8% entre las que sólo realizan tareas de trabajo no remunerado y a un 24,4% de las que tienen doble jornada”.

Por lo tanto, aquellas mujeres que solo se dedican a realizar tareas domésticas de forma intensiva tienen casi 3 veces más posibilidades de sentir ansiedad o depresión que quienes sólo se ocupan en el mercado remunerado. Esto responde, según Agustín Salvia, a que la dedicación exclusiva al empleo no remunerado “implica una carga psicológica por tratarse de un trabajo no reconocido económica ni socialmente”.

Algo que Salvia calificó de “curioso” es que aquellas mujeres que trabajan a doble jornada tienen menos probabilidad de sentir malestar psicológico ya que, a pesar de la extensa carga horaria, recibir una compensación económica por su empleo tradicional aminora las posibilidades de sentir esos síntomas de ansiedad o depresión.

El director del Observatorio de la Deuda Social apuntó a que el Estado tiene un campo abierto de posibilidades para tratar de paliar la situación: “Una solución podría ser que existan programas de capacitación en servicios de cuidados, para que esas tareas puedan pasar a ser remuneradas”, ejemplificó.
Pero además marcó que existe otra acción que debería ser punta de lanza para políticas públicas destinadas a cerrar esa fuente de desigualdad. “Tiene que haber campañas muy fuertes por parte del Estado para terminar con el reparto tradicional de roles y que los hombres también se hagan cargo de las tareas domésticas”, concluyó.

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