Matías Kovalsky
Son distintos los momentos en los que le llega esta competencia a cada pitcher. Juan Potolicchio está cerrando una larga trayectoria en la selección mientras que Pablo Migliavacca se encuentra con la primera posibilidad de jugar un Mundial de Mayores. “Soy el pitcher más viejo del equipo, pero no el más maduro (sonríe). Respecto al torneo estoy ansioso. Uno siente que vuelve a tener 16 años. Después, una vez que te parás en la placa… es lo que hice toda mi vida y me olvido del alrededor”, dijo Potolicchio.
En cambio, Migliavacca siente que: “Es la oportunidad que venía esperando desde hacía mucho tiempo, venía trabajando duro y sumando mucho experiencia en el plano internacional para finalmente quedar en la lista. Una vez que vi mi nombre, sentí un gran alivio y al segundo una enorme responsabilidad”.
Experiencia y juventud
La experiencia y la juventud hacen del equipo nacional un serio competidor de cara al título. Sumado a esto, ambos jugadores coinciden en que la preparación física de los argentinos será un plus al talento que ya venían demostrando tener los anteriores seleccionados. Según Potolicchio, “las otras selecciones tienen buenos softbolistas, pero nosotros le agregamos el plus de ser atletas. Con eso queremos marcar la diferencia, porque son 2 torneos importantes si sumamos el Panamericano de Lima, y muy pegados. Encima en el medio está la Liga Profesional de Estados Unidos y ahí es donde se cansarán de la cabeza los softbolistas y los atletas seguiremos concentrados”.
Ilusiones
Está permitido ilusionarse con este plantel, puesto que ellos mismos reconocen que llegan con un plantel bien conformado y tienen altas expectativas de hacer un torneo largo y luchar por alguna medalla. “No queremos que nos suceda lo que le pasa al fútbol por ejemplo, que tiene engranajes de primer nivel pero no funcionan de manera aceitada como equipo. Venimos trabajando desde hace mucho tiempo. La preparación para este Mundial ha sido larga y la mayoría de los jugadores vive en Paraná. El único que viene de afuera es Juan (Potolicchio) y haber tenido la posibilidad de entrenar como equipo desde hace más de un año es un plus que tenemos que aprovechar”, aseguró Migliavacca.
Cómo se juega
El formato de la competencia hace que cada encuentro valga mucho de cara a la segunda fase. Habrán 16 equipos divididos en dos zonas de 8 equipos, de estas sólo avanzarán los primeros 4 de cada grupo que se cruzarán con el formato play-off (los primeros contra los cuartos y los segundos contra los terceros). Si Argentina hacen una buena primera fase, el camino se podría allanar de cara a la final que tanto sueñan.
Al ser el último Mundial que jugará “Poto”, su cabeza lo afronta de manera distinta, “En este momento de mi carrera, mis ansias corren más por saber liderar al equipo. Quiero llevarlos con alegría y buen humor. La química en un torneo como el Mundial es clave, que es por ahí lo que nos falta para ser invencibles…. Porque lo demás está”.
Desde su vasta experiencia, Potolicchio justifica aún más los porqués del gran momento del seleccionado nacional, “Yo viví varias generaciones e inclusive cuando empecé a jugar tuve el gusto de compartir planteles con quienes son nuestros entrenadores hoy. Luego pasé por otra generación intermedia y ahora estoy con esta camada joven llena de talento. Creo que ahí radica la gran diferencia, antes teníamos excelentes jugadores a nivel local y algunos que se destacaban a nivel internacional… Ahora todos los jugadores tienen un rol destacadísimo en el plano mundial. Podemos decir sin miedo que casi todo el plantel sobresale en las ligas más importantes y eso es algo que debemos aprovechar, y depende de nosotros como equipo sacarle provecho y que cada talento se sienta utilizado y valorado. Ese será uno de nuestros mayores desafíos”.
Para Migliavacca, este Mundial será una oportunidad de demostrar toda la experiencia que viene sumando a nivel de clubes y selecciones juveniles. Contrariamente a Potolicchio que sabe que será lo último. “Es hora de dejar la placa de la selección nacional para que los nuevos talentos empiecen a ganar experiencia”, comentó el experimentado lanzador mientras le toca el hombro a su compañero, señalándolo como parte del prometedor futuro del equipo. Y continuó, “cuando era más chico soñé con ser el mejor del mundo, después maduré y me di cuenta que lo que realmente vale es que la selección llegue a lo máximo, esté uno o no”.
“No queremos que nos suceda lo que le pasa al fútbol por ejemplo, que tiene engranajes de primer nivel pero no funcionan de manera aceitada como equipo”. (Pablo Migliavacca)